Un Nuevo Orden Mundial

Churchill, Roosevelt y Stalin en la Conferencia de Yalta, 1945

En tiempos del SARS-Cov-2 se ha vuelto frecuente encontrar noticias sobre el inicio de un Nuevo Orden Mundial o sobre su implantación por parte de fuerzas siniestras que escapan a nuestro entendimiento. Lo que pretendo aquí es responder si es posible que alguien imponga un “Nuevo Orden Mundial” a través de una breve revisión histórica, empezando primeramente por definir el concepto de “orden mundial”.

Entiendo por orden mundial al andamiaje institucional y legal que permite a los países del mundo, especialmente a las grandes potencias económicas, políticas y militares, convivir de manera pacífica, defender sus intereses y el de sus empresas, y dirimir controversias de carácter comercial, político, territorial y económico al amparo de reglas y ordenamientos por todos aceptados bajo la firma de tratados internacionales específicos. 

Si echamos un vistazo a la historia reciente del mundo, en los últimos 100 años han existido 2 órdenes internacionales distintos que compartieron el objetivo último de preservar la paz, y de los cuales el primero fracasó en su intento y el segundo sufrió un cisma muy fuerte que lo alteró de la noche a la mañana: 1) el de entreguerras posterior al Tratado de Versalles que puso fin a la Primera Guerra Mundial, 2.1) el de Breton Woods y la Conferencia de San Francisco que dio origen a la ONU, al FMI y al Banco Mundial, 2.2) mismo que décadas más tarde, con la caída del Muro de Berlín y la desintegración de la URSS precipitó un orden unipolar primero y multipolar después. 

A muy grandes rasgos, estas han sido las características de los dos:

1. Con el fin de la Primera Guerra Mundial las potencias vencedoras se dieron a la tarea de reordenar el sistema internacional, al repartirse en colonias los despojos del Imperio Otomano, reorganizar territorialmente Europa propiciando un nuevo equilibrio de poder en detrimento de Alemania, fundar la Sociedad de Naciones como organismo garante de la paz (Woodrow Wilson fue su propulsor, aunque finalmente EUA tomó una postura aislacionista y no ingresó al organismo), obligar a los vencidos al pago de compensaciones de guerra excesivas (especialmente a Alemania) y obligar al desarme a los derrotados. Este orden internacional fue muy precario, al grado que para la década de los 30’s habían surgido movimientos nacionalistas en Alemania, Italia y España, al tiempo que el imperialismo japonés se extendía por China, la península de Corea y el Sudeste Asiático. Por esos años, EUA se desinteresaba nuevamente del acontecer mundial tratando de salir avante de la Gran Depresión de 1929 con el New Deal y con la aprobación de las Leyes de Neutralidad que obligaban al país a mantenerse completamente neutral en caso de una guerra europea. La URSS de Stalin, por su parte, padecía hambrunas y purgas políticas y Francia e Inglaterra veían con recelo el rearme de una Alemania revisionista sin lograr idear alguna política de contención y apaciguamiento efectiva. Todo esto mientras la Sociedad de Naciones, arrastrada por los acontecimientos y la belicosidad de varias potencias, se convertía en una institución meramente ornamental y desprestigiada. Este orden mundial se vino abajo con el inicio de la Segunda Guerra Mundial. 

2.1 Meses antes del fin de la Segunda Guerra Mundial los países aliados se reunieron en Bretton Woods y en San Francisco para diseñar el mundo posterior a la derrota de los nazis y del Imperio Japonés, dando origen al FMI, al Banco Mundial y a la ONU, organismo que contaría con un Consejo de Seguridad con asientos permanentes reservados para las potencias victoriosas: Francia, Gran Bretaña, Estados Unidos, China y la URSS. Este nuevo orden mundial terminó por ser de carácter bipolar, en el que dos potencias hegemónicas antagónicas pugnaron por imponer su modelo económico e ideológico alrededor del mundo a través de áreas de influencia a lo largo de la Guerra Fría, contando cada uno con alianzas militares propias, a saber, la OTAN y el Pacto de Varsovia. Entre los principios rectores de este nuevo orden destacan el de Seguridad Colectiva, solución pacífica de controversias, autodeterminación de los pueblos (con sus muy notables contradicciones), igualdad jurídica de los Estados, etc. Entre los grandes acontecimientos que fueron moldeando el ir y venir de las relaciones internacionales en estas décadas destacan la Guerra de Corea, la Guerra de Vietnam, la Crisis de los Misiles en Cuba, la descolonización del mundo, la imposición de dictaduras militares en América Latina, la lucha por los derechos civiles en EUA, la carrera espacial, la política de la “contención” y el principio de la “destrucción mutua asegurada” para evitar una confrontación abierta entre las potencias en contienda, el Movimiento de Países No Alineados, el restablecimiento de relaciones diplomáticas entre China y EUA, la apertura económica de China al mundo y el declive progresivo de la URSS y del comunismo como modelo económico y político viable. 

2.2 Este orden mundial sufrió una alteración muy importante con la Caída del Muro de Berlín y la desintegración de la URSS, que terminó por dar una mayor relevancia a las instituciones creadas con el fin de la Segunda Guerra Mundial. Si hablo de una ruptura o cisma es porque pasamos repentinamente de un mundo bipolar en el que dos potencias competían por ver “quién la tenía más grande”, a uno unipolar con EUA como principal garante de la paz mundial y como única potencia hegemónica. Por aquellos años Francis Fukuyama escribía un artículo para Foreign Affairs en el que predecía “El fin de la Historia” augurando la propagación del modelo capitalista, de la globalización y de las democracias liberales a lo largo y ancho del mundo. Si bien esto parecía estarse cumpliendo a rajatabla durante los 90’s, los atentados del 11 de septiembre a las Torres Gemelas supusieron el inicio del declive de EUA como gran potencia hegemónica, tendencia que se acentuó con su involucramiento en guerras contra el terrorismo que no ha podido ganar y con el nacimiento de un mundo multipolar en el que se afianzó la Unión Europea como entidad económica y política, y en el que los países en desarrollo empezaron a tener mayor voz en nuevas cumbres internacionales tales como la del G20 y el BRICS. La crisis financiera de 2008 supuso un nuevo cambio de paradigma dentro del mismo orden mundial que sólo trajo cambios cosméticos al sistema financiero y económico, siendo los contribuyentes y el pueblo llano quienes soportarían la carga de los rescates bancarios y de las políticas de austeridad, mismos que precipitaron una década, la de 2010 a 2019, caracterizada por nuevos movimientos populistas, progresistas y nacionalistas en varios países occidentales, la aparición de China como nueva potencia económica, el resurgimiento de Rusia como potencia militar revisionista, el tema del cambio climático dentro de la agenda mundial y el debilitamiento de la Unión Europea con el Brexit y con el triunfo de partidos de extrema derecha en países como Polonia y Hungría. La mayor interdependencia económica entre las potencias, el gran auge de la globalización, el turismo masivo, la digitalización de las relaciones humanas, los inicios de la automatización y la ausencia de conflictos armados directos entre países importantes han sido otras de las realidades dentro del orden mundial posterior al fin de la Guerra Fría. La elección de Trump como presidente supuso un mayor aislacionismo y el repliegue de EUA de los organismos internacionales que tomaron forma tras la Segunda Guerra Mundial. Se espera, sin embargo, que la elección de Joe Biden suponga una vuelta de EUA a las grandes cumbres internacionales y que el país retome sus compromisos con sus aliados tradicionales, reforzando nuevamente el viejo orden internacional.

Por lo visto cualquier orden mundial es susceptible de ir evolucionando y modificándose en algunos de sus aspectos conforme las crisis y las nuevas realidades se van presentando, pero en lo fundamental conservan sus principios rectores y hacen falta cataclismos del tamaño de una guerra mundial para destruirlos y dar nacimiento a algo nuevo. El orden mundial actual es el de Bretton Woods y tiene más de 70 años, aunque ha ido sufriendo modificaciones a lo largo de su historia, en lo fundamental sigue siendo el mismo. Ha transitado de un orden bipolar a uno unipolar y finalmente al multipolar de hoy en día, que está sufriendo ante el desinterés de EUA por continuar siendo el garante del mismo y dando más espacio a otros actores, particularmente a China que cuenta con un sistema de gobierno autoritario, de ir llenando esos vacíos de poder dentro de las instituciones existentes.  

La pandemia del SARS-Cov-2 seguramente supone una crisis de proporciones tales que algunas de las tendencias hacia las que estaba evolucionando el orden mundial vigente se vayan a acentuar, pero es difícil imaginar que esto implique la destrucción del sistema internacional como lo conocemos. Cuesta trabajo concebir un cambio de “orden mundial” si no es tras un conflicto armado de gran envergadura, cuyas consecuencias serían catastróficas para la civilización e imposibles de imaginar. La Covid-19 más que un motivo para que los países se enfrenten militarmente en una guerra abierta puede terminar siendo una oportunidad para una mayor cooperación internacional y para el reordenamiento del mundo bajo dos potencias hegemónicas principales, con un grupo bastante nutrido de otras potencias menores con la capacidad de hacer oír su voz en el mundo y de ir creando un nuevo equilibrio de poder entre China y Estados Unidos a través de alianzas estratégicas (lo que a la larga podría ser peligroso para el mundo, pero eso está por verse y no será una realidad inmediata). En cuanto al sistema capitalista, es más previsible que éste se adapte a las nuevas circunstancias del mundo a que desaparezca de golpe, aunque la primacía de las democracias liberales como modelo político deseable sí se encuentra amenazado: el surgimiento de movimientos nacionalistas populistas ya era una tendencia previa a la pandemia y la importancia que están tomando el keynesianismo y el Estado en la solución de la crisis sanitaria y de sus consecuencias económicas ulteriores posiblemente facilite la aparición de más gobiernos autoritarios en el mundo. 

Conclusión.

No encuentro argumentos que señalen que de la crisis sanitaria del Covid-19 vaya a surgir un “Nuevo Orden Mundial”, es decir, un nuevo andamiaje institucional que gobierne las relaciones entre los países y que dé voz a sus intereses bajo nuevas reglas que todos de algún modo compartan, en gran medida porque una guerra entre naciones que precipite esta ruptura se antoja de momento imposible y porque una alteración gradual del orden mundial actual hasta hacerlo irreconocible podría tomar muchísimos años. Que este hipotético “Nuevo Orden Mundial” sea impuesto por la fuerza por algún gobierno, entidad o grupo de gobiernos es más cosa de teorías conspiratorias que algo a tomar en serio. No señores, personajes oscuros o altruistas como Bill Gates (dependiendo el cristal con que se lo mire), no dominan el mundo ni el curso de la Historia, para fortuna de todos.

Es cierto que esta es una crisis en evolución que no ha dejado de darnos sorpresas, pero la postura más sana es la de estar pendientes de cómo va cambiando el mundo en los próximos meses y años. Bastante tenemos ya con una pandemia de la que aún se entiende poco y con una terrible crisis económica en ciernes como para todavía sumar a la incertidumbre y al miedo con teorías poco fundamentadas que sólo causan mayor ansiedad y alarmismo injustificado.

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