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Mostrando entradas de octubre, 2011

L U S T !

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  La primera vez que fui a una playa nudista me sorprendió que el morbo, que de algún modo me había arrastrado hasta ahí, desapareció en cuanto note esa indiferencia tan generalizada ante la desnudez y, a decir verdad, tanta imperfección en la anatomía humana. Quizás es porque socialmente nos predisponen a lo prohibido de la desnudez publicitando cuerpos semidesnudos. Acá, en lo de la expo minera de Acapulco, no he visto ningún cuerpo desnudo, pero no ha habido momento en que mis ojos no se distraigan con el cuerpo de una modelo. No es tanto por esos cuerpos que lucirían con menos atractivo -porque imperfectos somos- si no los cubrieran esas pocas prendas que saben dar contorno a la cintura, levantar las tetas, perfilar las nalgas y dejar apenas unos centímetros de distancia entre el filo de esas faldas entalladas y el anhelado sexo. Es curiosa también la relación tan estrecha que hay entre los negocios y el sexo, tanto que pareciera que son inseparables. Pobrecitas de ellas, que ti

Formas del optimismo.

Cuando le comento a alguien sobre el examen de ingreso al SEM siempre procuro hacer en una posición intermedia, que linde en el realismo, sin ser pesimista ni optimista. Suelo hablar de los hechos: hay 2000 aplicantes, 30 lugares, quizás algunos ya estén recomendados, seré feliz si paso la primera ronda, etc. En el fondo este realismo es una forma de defenderse de un muy probable fracaso o de no tener éxito o de ser uno de los desafortunados que se quedan fuera (como queramos llamarlo); es también una de las formas de la esperanza, de dejar espacio a una posilibilidad, pequeñísima pero real. Si hay algo que me gusta de mi trabajo actual es que estoy conociendo la cultura china de fondo, mediante un tipo de convivencia que en China hubiese sido imposible. Me parece que la situación de ellos aquí tiene mucho que ver con esto: 1) aparte de reuniones de trabajo conviven sólo entre ellos, 2) soy de los pocos mexicanos con los que se pueden entender bien y 3) son muchas horas las que convi

Lujos

Cuando le pregunté al señor Zhang si la cena estaba buena me respondió que mamahuhu (马马虎虎, más o menos; caballo-caballo-tigre-tigre si no atenemos a la traducción literal). Después me dijo que es casi una ley que en los lugares lujosos la comida no sea tan buena y que en lugares más bien modestos uno puede meterse unos verdaderos banquetes. Supongo que hay cierta relación entre lo que cuesta el consumo, lo que esperamos recibir y, finalmente, a lo que nos sabe lo que comemos. Por más que sepamos que aparte de la comida también estamos pagando por los manteles, las velas y el rumor de las olas al romper, mientras más elevada sea la cuenta será más fácil llevarnos ulguna leve decepción o, incluso, la sensación de haber sido estafados. Estos días de viaje con mis jefes ha sido todo lujo, desde el lugar en que nos hospedamos hasta las comidas que procuramos. Me quedo con la sensación de que algunos lujos tienden más a lo artificial que a otra cosa. Seguramente, más felices serían mis hor