Formas del optimismo.

Cuando le comento a alguien sobre el examen de ingreso al SEM siempre procuro hacer en una posición intermedia, que linde en el realismo, sin ser pesimista ni optimista. Suelo hablar de los hechos: hay 2000 aplicantes, 30 lugares, quizás algunos ya estén recomendados, seré feliz si paso la primera ronda, etc. En el fondo este realismo es una forma de defenderse de un muy probable fracaso o de no tener éxito o de ser uno de los desafortunados que se quedan fuera (como queramos llamarlo); es también una de las formas de la esperanza, de dejar espacio a una posilibilidad, pequeñísima pero real.

Si hay algo que me gusta de mi trabajo actual es que estoy conociendo la cultura china de fondo, mediante un tipo de convivencia que en China hubiese sido imposible. Me parece que la situación de ellos aquí tiene mucho que ver con esto: 1) aparte de reuniones de trabajo conviven sólo entre ellos, 2) soy de los pocos mexicanos con los que se pueden entender bien y 3) son muchas horas las que convivimos.

Cuando le comento a algún camarada mexicano sobre el examen de ingreso al SEM, me suelen contestar como yo le contestaría a alguien en la misma situación: pues sí, está complicado, échale ganas, no te desanimes si no quedas, tómatelo como experiencia, etc. Estas respuestas procuran también amortiguar lo que se prevé, por pura estadística, que no se podrá lograr.

Si hay algo que me ha sorprendido mucho, son las respuestas que me han dado mis colegas y jefes chinos. Inmediatamente contestan: así que hay 30 lugares para 2000 aplicantes, en ese caso no tienes por qué preocuparte, seguro serás elegido, eso es pan comido, etc. Al principio, cuando me daban estas respuestas, me lo tomaba como una forma de apoyo.

Luego me pongo a pensar en el nivel de competencia que experimentan allá, desde niños, para entrar a la universidad, para conseguir un trabajo, y no puedo dejar de pensar que no se puede ejercer mayor presión sobre alguien que confiando verdaderamente en que tendrá éxito.

Empiezo a creer que detrás de este tipo de expresiones se oculta alguna forma de optimismo y triunfalismo que termina por convertirlos en formidables competidores; al tiempo que nosotros solemos predisponernos (o precavemos) a la derrota. Para ellos la victoria y la derrota son cuestiones de salvar o perder el honor, en tanto que nosotros tendemos a trivializar ambas. Ellos se sitúan en alguno de los extremos, el todo o la nada, mientras que nosotros buscamos una posición media (mediocre). Al confiar en la habilidad de alguien no pueden permitirle un mal resultado, cuando nosotros alentamos el derrotismo buscando otros objetivos ocultos. Este derrotimos que promovemos está motivado en nuestra propia inseguridad: damos mayor peso a que alguien se ponga triste por saberse derrotado que a lo que representa la victoria y la derrota en sí mismas. Para ellos la derrota y la victoria tienen el mismo valor; supongo que cuando las experimentan las disfrutan o les pesan lo mismo. Los mexicanos en la victoria nos sentimos invencibles y la derrota nos vale madre. Al final vivimos de las puras apariencias, porque ese valemadrismo es apenas una máscara: por más aparentemos que no nos importa el fracaso, sentimos y sabemos que está ahí y que nos seguirá, de algún modo, acompañando; de ahí que en posteriores ocasiones tendamos más a la indiferencia, a la mediocridad y a la trivalización; de ahí que aun conociendo nuestras carencias nos sepamos conformar con ello.

Comentarios

  1. Wooow pinche Chano, cada vez me sorprendes más. En alguna ocasión espero compartir una mesa trabajando contigo. Por cierto, si no pasas es porque eres puñal.

    ResponderEliminar
  2. jajaja, pss a ver qué oscaroso, seguro que sería un gustazo chambear contigo un día, compita este!

    ResponderEliminar
  3. Creo que los mexicanos siempre tenemos tendencias a justificarnos, yo soy un claro ejemplo de ello y es algo que me sigue preocupando, tratar de no hacerlo tanto, pero es inevitable. Y si no pasas es porque te gusta doblada.

    ResponderEliminar
  4. jajaja, ps a echarle ganas con los proyectos saurio, no hay más... y gracias por sus ánimos!

    ResponderEliminar
  5. jajaja si ya te dije que el examen no está difícil, todo viene en el material de la guía y lo demás estoy segura que lo sabes. Qué idioma extra escogiste? Chino? o Francés?
    Pero si, es clarísimo que muchos de esos puestos ya están distribuídos previo concurso. Ni hablar, aunque eso no quiere decir que no se pueda.
    Tu observación sobre nuestra identidad como mexicanos... encontramos consuelo en el punto medio y, nos guste o no, la mediocridad nos viene bien... quizá no al nivel de otras culturas en donde el sobresalir es casi un defecto, pero lo es. Cuando termines con todas tus otras lecturas, consíguete una copia de Mañana Forever... profundiza mucho en ese punto y es (a excepción de los delirios anectdóticos de Castañeda) un buen material.
    Un saludo!

    ResponderEliminar
  6. jajaja, sí pues Meg, habrá que ver qué tal examen, lo que sí, que tú eres súper dotada, lo mismo que el buen Sobe..
    Escogí chino, la neta ya ando mejor en chino que en francés.. tendremos que traducir un documento, si es un texto normal no tendré problemas, pero si es un texto técnico ya valió madres jaja, a ver qué, espero que no se pasen de lanza.
    sip, el libro de Castañeda ya lo tengo en la mira.. en cuanto pase esa semana de exámenes lo compraré... eahhh, que andes bien Meg, besotes!

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

El baño coreano

Letter to Hannah

In Praise of Melancholy