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Mostrando entradas de 2021

Dos relatos muy breves

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 Un relato muy breve Una calurosa tarde, en Padua, lo llevaron a la azotea y pudo ver la ciudad desde lo alto. En el cielo había vencejos de chimenea. Al cabo de un rato oscureció y encendieron los reflectores. Los demás bajaron y se llevaron las botellas con ellos. Él y Luz los oían desde el balcón. Luz se sentó en la cama. Se sentía tranquila y fresca en la noche calurosa. Luz estuvo tres semanas en el turno de la noche. Se lo permitieron con mucho gusto. Cuando lo operaron, ella se encargó de prepararlo para la mesa de operaciones; y bromearon con lo de amigo o enema. Se sometió a la anestesia con el firme propósito de controlarse y no parlotear de cualquier cosa al llegar los momentos de estúpida locuacidad. Cuando comenzó a andar en muletas, él solía tomarse la temperatura para que Luz no tuviera que levantarse. Había pocos pacientes, y todos lo sabían. Apreciaban a Luz. Cuando él regresaba por los pasillos imaginaba a Luz en su cama. Antes de regresar él al frente, entraron

La incertidumbre lo es todo

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Como seres humanos estamos continuamente buscando la seguridad emocional, la seguridad laboral, la seguridad económica, o cualquier asidero que nos haga sentir que no andamos a tientas y sobre arenas movedizas. Pero la vida es otra cosa y da sorpresas. Nadie puede dar por sentado que seguirá con vida el próximo año, que continuará en el mismo trabajo o que algo catastrófico, una enfermedad o un accidente, no aguardan a la vuelta de la esquina. A mayor escala, nada más paradigmático y revelador que pertenecer a una generación que daba por sentadas la paz, la seguridad y el progreso, y que en el último año y medio ha visto cómo de la noche a la mañana puede todo salirse mucho de control, cerrando fronteras, echando la cortina a los negocios, mandando a millones de niños a estudiar en casa y haciéndonos temerosos del otro. Los planes, las perspectivas de una vida mejor y de querer hacer tal o cual cosa en tal o cual plazo, están igualmente y en cierta medida sometidos a los designios de

La otra llave

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Hay puentes que llevan a otra orilla y puentes que llevan a un misterio. Me detuve en el Pont des Arts, de París, para ver los curiosos ex votos que ahí deja la gente. En las rejas que escoltan el trayecto hay candados de muchos tamaños. Le hablé del tema a Pierre, un amigo parisino, y bajó la vista hacia su taza de café. “Es una larga historia”, contestó. Pensé que contaría una leyenda de amor a orillas del Sena, pero habló en el tono de quien confiesa algo que no acaba de descifrar. En forma accidental, provoqué que contara una historia íntima. Un par de años atrás, su novia, Claire, propuso que colocaran un candado en el puente. Cada uno conservaría la llave. En caso de que desearan romper la relación, bastaría abrir el candado. Así se ahorrarían los dolorosos protocolos de la separación. No sería necesario decir: “Tenemos que hablar”, para luego acudir a una falsa diplomacia: “El problema no eres tú, soy yo”. Si uno de los dos se hartaba, podría tirar el candado a las sucias ag

Soñar en grande

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Mardin, 2018 Mi vida, tan frágil, tan limitada, tan poco interesante, tan de un instante en la historia del universo, de un universo que se expande incesante y para el que nada somos, tan poca cosa en un planeta poblado por casi 8 mil millones de congéneres que luchan cada día por un algo, ya sea un sueño o una esperanza, ya sea únicamente por sobrevivir porque así les tocó vivir y no tienen sobre la mesa más pábulo que un tazón de arroz o un platito de cuscús. Mi vida, que se va, como la de cualquiera, en lo que un suspiro y cuyos años transitan a una velocidad tan rápida como imperceptible, no busca mayor trascendencia, mayor significado, que el de pasarlo bien y ser bueno bajo la moral judeocristiana que nos rige, bajo el yugo y el arropo del capitalismo, que es lo que hay. No queda más, en fin, que pasarlo bien o al menos intentarlo con fervor. De los 18 a los 35, es decir, del inicio de la segunda mitad de esta vana vida a la fecha, fue querer verlo y vivirlo todo, dejándome la ju

La parte de México (enero a marzo de 2020)

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  Todo comenzó para México y los mexicanos como una noticia distante, venida de un país del que poco o nada se sabe, un país cargado de estereotipos y lugares comunes en el imaginario colectivo. Un virus nuevo surgido de la nada en una ciudad sabrá Dios en qué parte de China, algo para observar desde un telescopio por su lejanía, algo para ver comiendo palomitas y a lo que sigue porque hay cuentas que pagar. Yo, que de sinófilo tengo mucho, seguí la noticia y los comentarios de mis amigos chinos en sus redes sociales con interés y sorpresa: un país completo, el más poblado del mundo, encerrado en sus casas, hospitales construidos en tiempo record, desconfianza hacia la información del gobierno chino, ¿estarán acaso exagerando las autoridades chinas, será tan grave como parece? Me lo preguntaba y entre lo que investigaba se mezclaban el hecho de que en medios occidentales de renombre se esperaba algo con pocas consecuencias, como ocurrió justamente en 2003 con el SARS-Covid1 surgido tam

La ruleta

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Arco de Santa Catalina 2019-2020 La noche de Año Nuevo de 2106 la pasé sobre la Avenida Paulista con mi compa Oscartinho. La de 2017 en la Isla Pequeña del Maíz con desconocidos, solitarios compañeros de ese breve viaje, seguramente, con quienes bebí bien, comí langosta y vi desde la orilla de la playa los fuegos artificiales lanzados al otro lado del estrecho caribeño, desde la Isla Grande del Maíz. En 2018 lo pasé por mi cuenta en Zacatecas, ciudad que llevaba muchos años sin visitar y que es realmente linda, una mezcla entre Guanajuato, por lo intrincadas de sus calles y su pasado minero, y Morelia, por la cantera rosada de muchos de sus edificios. En 2019 fue en la hermosa ciudad de Antigua, otro lugar que llevaba una década sin visitar, con mi querida y vieja amiga Dalila. Estuvimos bebiendo y celebrando en una vieja y lujosa hacienda concurrida por lo que los españoles llamarían “gente pija”, viendo los fuegos artificiales al pie del Arco de Santa Catalina durante el conteo regre