semana en el Distrito

El examen: antes de los exámenes me pesqué una gripilla que después descubrí que era nerviosa, porque en cuanto salí del primero, extrañamente eufórico, se me quitó. Estuve contento al final de cada examen, supongo que porque creo que me fue bien. Que crea que me haya ido bien e, incluso, el hecho de que verdaderamente me haya ido bien, no quiere decir nada, por que la competencia es mucha.

Los concursantes: Escogí presentar los exámenes en DF porque tenía ganas de ver el borlote, la muchedumbre de aspirantes, ver un enorme salón (una bodega) llena de gente trajeada y bien perfumada, con las mismas aspiraciones que yo. Me lo dijo Oscar, que es impresionante aquello y, sobre todo, lo de las conversaciones que uno entabla o escuchar cosas como: "dejé encargado a un amigo en mi puesto en la ONU"; "el concepto de soberanía nacional no ha sido bien interpretado recientemente, considero que.."; "llevó cuatro años trabajando en la cancillería..", etcétera. Después, al final de los exámenes, jamás escuché a nadie que dijera que el examen había sido pan comido. Me da por pensar que los exámenes les bajaron los humos a varios y que todos estamos en una situación de incertidumbre. Estaré muy satisfecho si paso a la segunda ronda, y ya.

Los amigos: fue una buena oportunidad para viejos reencuentros. Lo mejor fue ver a mi viejo roomie Luojie, con quien viví en Beijing por medio año. Con Elia comí en Tacos Villamelón y hablamos de lo que es rápido paso de los años, de las ventajas de la soltería, del imperativo de seguir estudiando; con Regio bebimos y comimos, hablamos, por supuesto, de faldas; con Sol de su doctorado, de su nueva vida en DF, de su próximo matrimonio. Lo ven, lo que es el paso de los años y los nuevos temas. Cada día con menos bríos para reventarse, cada día más seriesitos todos. Ni hablar.

El Principal: me hospedé ahí con Monse por 4 noches y tuvimos una relación bastante agradable. Claro, convivir con esa muchacha llevaba la garantía de la amistad de Oscar. Buenas bromas, buenas charlas, nada de sexo, todo perfecto.

Contrastes: Fui al mercado de La Merced a comprar dulces regionales a la señora Guo, mujer del consejero comercial y económico de la Embajada China, y luego visite su oficina en Polanco. Qué barbaridad, ver a tantos niños judíos paseándose en sus bicicletas por la calle de Horacio, con sus camisas blancas y sus largas patillas. Otro día me tocó corroborar algo que ya sabía: por 800 pesos te falsifican cualquier documento; aquello en la Doctores. De El Principal me mudé al Sheraton, frente al Ángel de la Independencia. Sí, disfrute dormir entre esos edredones y seguir con la mirada a más de alguna huésped. El DF tiene de todo y para todos, me encanta esa ciudad, en toda la extensión de la palabra, y sus contrastes.

La comida: estuvo de lujo en la tradicional cantina de La Opera, pero no pudo superar unas quesadillas con chicharrón prensado que me comí en la calle, cerca de metro Insurgentes. No porque sea caro, es lo mejor, sobre todo después de cotejar esas quesadillas callejeras con la comida con mis jefes chinos en la Torre Mayor.

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