Los viejos amigos.

Lo bonito de tener amig@s en tod@s lados es que pasan los años, 4 o incluso 9, como en este caso,  y es un gusto tremendo volver a verlos, saber qué ha sido de sus vidas y, sobre todo, enterarse cómo es su vida en sus propios países, esos que conocía, en parte, a través de sus historias.

Gyu Sang Shim: Fue mi compañero de clases en el tercer semestre de chino en Hangzhou. La llevábamos bien. Alguna fiesta organicé en el depa que fue memorable y fueron varias las veces que salimos a comer juntos, ya en el restaurante universitario, ya en algún restaurante coreano de las inmediaciones. En esta ocasión, que al fin he podido visitar Seúl, pudimos reunirnos para cenar parrilla coreana y tomar soju (licor nacional de arroz). Recordamos el pasado y nos enteramos un poco de lo que ocurrió en el inter en la vida de cada quien. Hablamos de Bismark y del sueño lejano de la unificación de Corea. Mi cuate tuvo a bien llevarme a un museo cuyos temas principales eran la invención de la escritura coreana en el s. XV (anteriormente consistente en carácteres chinos), acontecimiento histórico que marca el nacimiento de la cultura coreana como tal, y de una guerra épica en la que una flotilla de 13 embarcaciones coreanas derrotó a una flota japonesa de 133 embarcaciones. Por este museo me enteré del rencor que guardan los coreanos hacia los japoneses y de lo presente que está en la memoria colectiva de la nación no sólo la beligerancia histórica de Japón, sino ese período colonial y de oprobio que inició con el siglo pasado y concluyó con la derrota de Japón en la segunda Guerra Mundial. Tras un pequeño ejercicio de caligrafía en el museo mismo, nos dirigimos por la segunda parte de la cena en un puesto callejero. Pedimos un pulpo bañado en salsa picante y algunas botellas de soju y cerveza, que combinamos dentro del vaso para beber somaek, en donde so hace referencia a soju y maek a la cerveza.. Al final el pulpo, que lo comimos crudo, me cayó mal y terminé vomitándolo todo a un lado del puesto. Durante ese rato de risas y de caballitos de somaek mi cuatacho tocó el tema de la homosexualidad en Corea, un país que pese a su gran desarrollo material es aún muy conservador y en el que, en palabras de él mismo, tan sólo 8,000 personas se han declarado abiertamente homosexuales. Luego, a la vuelta en metro me lo dijo abiertamente, que me quería acompañar al lugar en el que me estaba quedando. Le dije que estaba con una amiga coreana y que era imposible que fuera. Entonces mencionó lo de ir a un motel. Me lo tomé a broma y le dije que no pasaría, que las mujeres me gustaban demasiado. Al final se bajó un par de estaciones antes que yo y este pequeño episodio, más que molestarme, me dio risa, haciéndome pensar en lo que pasan esas señoritas que de pronto tienen que aguantar a tipos pesados que tratan de llevarlas a la cama con varios tragos encima. Con mi cuatacho nos veremos de vuelta, sin duda, la próxima vez que esté por Seúl.


Melissa y Min: Melissa fue mi compañera de programa en China y Min, quien también estudiaba en la Zheda por aquel entonces, es ahora su esposo. Es curioso que iniciaran su relación hace justo 5 años, durante la celebración de la Independecia de México en un bar de Hangzhou, y que hayan sido la única pareja que sobrevivió a esa noche de tragos y lubricidad en la que varios salimos de la mano de una nueva y efímera conquista. Un gusto verlos y pasear por Seúl, hablar de lo que fue China para nosotros y de lo tanto y tan poco que se parecen ambos países. Melissa, que es sinaloense, está bien adaptada a vivir en Corea y lo pasa bien. La entiendo, Seúl es sin duda una ciudad en la que yo también podría vivir.

Jaedong: A él lo conocí en Berlín, en 2003, y no nos habíamos vuelto a ver desde entonces, que pasamos 3 semanas haciendo jardinería en un cementerio de la segunda Guerra Mundial dentro de un programa de voluntariado similar al que ahora hago. Me sorprende lo rápido que se pasa el tiempo, así como esa tendencia tan humana por reconstruir un pasado compartido entre amigos, afirmar algunos recuerdos y, quizás, inventar otros que terminar imponiéndose como vivencias reales. De lujo el paseo con Jaedong 9 años después; de lujo poder conservar estas viejas y buenas amistades.

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