Chamba

Del trabajo mucho se ha dicho: que dignifica al hombre, que es el mejor modo de contribuir a una sociedad mejor, que es la única manera de salir adelante en la vida. Se dice también que para que un trabajo se haga bien, tiene que hacerse con pasión y con gusto; que constituye una parte importantísima de la vida por que al menos un tercio de nuestro día se nos va en eso y que no hay mejor gratificación que la de saber que servimos al prójimo y, además, recibir una gratificación por ello.

Si para algo me ha servido este trabajo, en la mina, es para estar más conciente de la realidad más allá de mi círculo social en Morelia. El trabajo en universidades privadas me mantuvo en contacto directo con gente que, en tanto a lo material, no podía tener mayores preocupaciones. Hace no tanto que el secretario de Hacienda dijo que la familia mexicana vivía con 6,000 pesos al mes. A mí me cuesta creerlo, por que para mí solo ya resulta un presupuesto un tanto ajustado, pero después de conocer a esta gente, peones, operadores de máquinas, choferes y albañiles, que encima tienen una familia que mantener, y que de pronto se ve que sufren por que el salario se atrasó un día, no me ha quedado más que asimilar que la realidad es otra cosa y que, en lo particular, estoy muy bien y debo considerarme afortunado.

Como la realidad es otra, está claro que las conversaciones no pueden ser iguales. Acá se habla de la aventura de matar un venado con un ramazo, de familias que se exterminaron entre sí por venganzas de más de medio siglo, de lo crecida que está la milpa por las lluvias tempranas, de mujeres "topadoras" y así, un largo etcétera. Aunque no me consta, tampoco me extrañaría que estos, mis compañeros de trabajo, me consideraran poco menos que un outsider y me vieran con recelo. A pesar de la dificultad de tener experiencias similares que compartir (qué se puede contestar cuando alguien que te lleva diez años asegura que no conoce el mar, cuando éste año ya he ido dos veces), la relación ha sido buena y bastante me ha enseñado sobre un México que no conocía y que me parecía muy lejano, más bien sacado de algún libro que algo real: el México rural.

La gran dificultad del trabajo es la de comparar mi realidad con la de ellos y saber que, a fin de cuentas, la única diferencia son nuestras habilidades. Cuando he visto las distintas maniobras operario de la excavadora para construir una brecha, me he quedado maravillado con su experiencia, con su habilidad para transformar el paisaje y hacerlo viable en un terreno complicado. Lo primero que pensé fue que ganaba bien, la decepción fue grande cuando supe que con mi salario se podía contratar a 5 de esos operarios. Es frecuente que de pronto me sienta inútil, por que es poquitísimo lo que hago (traducir del chino cosas como, hay que poner un barril de diesel, necesitamos comprar bolsas para reforestar, coloca la grava allá, dice que si podemos usar aquella herramienta, etc., y, lo que es aún peor, escribir un reporte sobre eso). A decir verdad, la mayor parte del día se me va en leer, echar una siesta y pasear por la montaña. De pronto me da por reflexionar y comprender que esas cosas que parecen mínimas son imposibles para la mayoría y que esas simples frases que traduzco a lo largo del día me tomaron montonal de horas de estudio y experimentar los vaivenes de vivir fuera del país. De ahí que al final me sienta inútil, pero en cierto modo indispensable y compensado por mi labor. De ahí también que valore la diferencia que puede marcar la educación en la calidad de vida de alguien y en la posiblidad de llegar a realizar ciertas aspiraciones.

Recién nos pasaron un contrato laboral a todas miras desventajoso para los trabajadores. Aquellos protestaron, se sintieron vulnerados e incluso uno me lo dijo que yo estaba tranquilo por que podía dejar la compañía en cualquier momento y sabía que había otro trabajo, quizás mejor, esperándome, pero que para ellos la situación era diferente.

Por ahora no queda más que seguir aprendiendo un poquitín de todas estas nuevas circunstancias.

Comentarios

  1. Ps qué te digo, conocer la parte jodida del país te hace reflexionar.
    Y si, si alguien nace en cuna ya no digas de oro, sino simplemente cuna puede darse por afortunado,

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