Ni dormido ni despierto

Hay momentos en el día, los de mayor capacidad creativa y menor conciencia, en los que mi cerebro trabaja al cien. Me refiero a los instantes (u horas, imposible estar seguro) de sopor que anteceden al sueño o previos al despertar en los que en mi cabeza se recrean diálogos completos, historias e imágenes que jamás hubiera podido concebir estando despierto. Imposible que en la conciencia de la vigilia mi creatividad llegue a semejantes desvaríos. Y no es que esté completamente dormido, por que alcanzo a enterarme que estoy recostado sobre mi cama, dormitando en mi habitación, en un estado en el que mi mente parece estar en dos sitios a la vez.

El punto culminante lo alcancé hace unas semanas. Fue una de esas ocasiones en las que se dice que "se te subió un muerto". No estaba ni dormido ni despierto, pero sentía unas ganas tremendas de moverme y me era imposible siquiera apretar la mano. Simultánemaente sentía que me hundía bajo una cama que se diluía y, lo que es peor, mis ojos entreabiertos me devolvían la imagen de mí mismo reducido a un pequeño gnomo, recostado sobre la mesa de en frente, luchando en vano por liberarse, pataleando, gritando. La desesperación cesó cuando logré despertar plenamente y pensé en drogas y alucinógenos, quizás incapaces de estos viajes a los que llega a conducir la duermevela.

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